A veces es más fácil acercarte a algo por primera vez si ese algo ya es parte de tu mundo o tu entorno. Por ejemplo, no saber si ver una serie, pero todos tus amigos la han visto y te han contado lo buena que es así que te animas. O no sabes si animarte a leer un libro, pero te dicen que la historia está ambientada en tu misma ciudad y te entra la curiosidad.
Cuando una novela es parte de tu mundo
Yo soy de Madrid y llevo años yendo al Retiro. Sin embargo, después de leerme Dos velas para el diablo, de Laura Gallego, recuerdo haber vuelto allí y haber mirado la estatua del Ángel caído con otros ojos. En la novela, dos personajes deciden encontrarse allí y me hizo mucha ilusión poder ubicar en mi mente el sitio cuando leí esa escena pero, aún más, poder visitarlo a los pocos días.
Supongo que lo mismo te pasa si eres estadounidense y lees Percy Jackson y el ladrón del rayo, de Rick Riordan. En la novela, Percy recorre diferentes partes de Estados Unidos y visita distintos monumentos mientras busca al ladrón del rayo, así que si conoces esos lugares puedes imaginártelos mejor o puede hacerte ilusión leerlos como parte del escenario de una novela.
En esos casos, los autores están convirtiendo sus novelas en parte de tu mundo y haciéndote formar parte de ellas.
Lo mismo pasa en La ciudad escondida si eres de Madrid o Almería. De hecho May y Daniel, de Insomnia ediciones, pusieron mucho empeño en que Almería saliera fielmente representada porque cuando mencionas algo reconocible, acercas más la novela al lector.
Cuando viajas para ser parte del mundo de la novela
Hace dos años fui a Dublín a trabajar en verano. Quería ir a Irlanda por muchas razones pero una de ellas era poder visitar los escenarios de una novela que me había leído unos años atrás y que volví a releerme estando allí (de hecho, como es parte de una saga, la estoy terminando ahora).
En Fiebre oscura, de Karen Marie Moning, MacKayla Lane viaja a Dublín para investigar acerca de la muerte de su hermana. Recuerdo leerlo hace años e imaginarme Dublín como una ciudad oscura y lluviosa, llena de gente que habla con un acento incomprensible. Cuando llegué allí, aunque sí que me topé con algún irlandés a quien no pude entender del todo, y claro que llovía, no tardé mucho en comprender por qué, tiempo después, la protagonista decía que se había enamorado de la ciudad.
En el libro, Mac alquila habitación en un hostal del Temple Bar y empieza su andadura de pubs en esta famosa zona. Cuando leí «Temple Bar» por primera vez, creía que se trataba simplemente de un bar así que estaba un poco confusa. Tras un poco de investigación y una vez allí vi que, si bien el pub más conocido al mencionar el nombre se llama así, el Temple Bar es el barrio más famoso de Dublín.
Habiendo ido Mac a Dublín a investigar acerca de la muerte de su hermana, tenía que ir a la comisaría, por supuesto, para hablar con la Garda. En el libro menciona que la estación de la garda está en la calle Pearse, así que también fui a verlo… ¡Y el edificio es bastante impresionante!
¿Cómo puede animarte a leer el que la novela sea parte de tu mundo?
Si te gusta leer, podrás imaginarte la ilusión que me hizo recorrer las mismas calles que recorría la protagonista de la novela que estaba leyendo. Ir a tomar algo al Temple bar, igual que ella, o dejarme llevar por la música que salía de los pubs, como le pasaba a ella. Cuando eres lector, cosas así o las menciones a tu propia ciudad son algo que te llega porque sientes que esa historia es parte de tu mundo también.
¿Por qué hay tantos tours que te acompañan a visitar escenarios de películas si no? Porque queremos vernos en ellos.
En el caso de los libros, además, está el hecho de que no tienes una imagen previa de ese escenario, así que la sorpresa puede ser mayor al verte allí.
En el caso de los no-lectores, el tener una conexión con la historia que están leyendo puede ser algo muy positivo. Ya hemos hablado en entradas anteriores de lo importante que es que el lector sienta una conexión con lo que está leyendo. Si podemos vernos reflejados en sus experiencias o que sus situaciones nos resulten familiares, tendremos más ganas de continuar con la historia… ¡Y lo mismo puede pasar si la acción se desarrolla en un sitio que conocemos!
Por eso, quizá sea una buena idea buscar lecturas que se desarrollen en zonas conocidas por el no-lector para iniciarle a la lectura. Y aprovechar para ir a verlas antes, durante o después del tiempo que pase leyendo la novela. Así puede imaginarse a sí mismo en el escenario en que los héroes tienen que luchar, o facilitarle el imaginarse una escena. Al fin y al cabo, hay quien dice que leer es como ver una película con tu imaginación, pero si no la tienes entrenada, quizá necesites un empujoncito.
En resumen…
Pisar los mismos escenarios que los protagonistas de los libros que lees es algo estupendo. Imaginarte al personaje paseando por donde tú estás, en el mismo pub donde te has sentado a tomarte algo o simplemente parado en la misma calle que pisas, ¡le da mucho más realismo a la novela! Sentir que el libro es parte de tu mundo puede ayudarte a crear una conexión emocional con él… y ese es un muy buen primer paso.
¿Has visitado escenarios de novelas? ¡Cuéntame cuáles!