Hoy es ocho de marzo y, como sabrás, es el Día internacional de la mujer. Por eso la entrada de hoy va a ir de nosotras, de las mujeres y de cómo las protagonistas femeninas son representadas en la literatura.
Protagonistas femeninas para todas las edades
Según el libro que te leas, su género literario y la edad a la que esté enfocado, los personajes femeninos pueden ser de todo tipo.
Puede que ser una mujer no influya mucho en el desarrollo de su personaje, como ocurre en muchos cuentos infantiles en los que los personajes masculinos y femeninos podrían ser intercambiables. En ese tipo de historias, las aventuras y conflictos del protagonista apenas tienen que ver con cuál es su género, y esto puede ser bastante positivo para lectores que están en una edad en la que tampoco se fijan mucho en esos temas.
Cuando llegamos a los libros middle grade o las novelas juveniles enfocadas a adolescentes fundamentalmente, empezamos a ver la importancia de si el protagonista es un chico o una chica. Para empezar, porque esos niños y adolescentes ya empiezan a buscar referentes con los que sentirse identificados, así que una protagonista femenina no está de más. En estos libros existe el riesgo de que un protagonista masculino y uno femenino creen historias completamente diferentes. Que las historias protagonizadas por una chica estén centradas en temas más «superficiales», lo que las hace destinadas a un público objetivo muy limitado. Y aleja a padres que no quieren que sus hijos (chicos) lean ese tipo de «historias para niñas». En este sentido, es verdad, las cosas han cambiado mucho desde que yo era parte de ese público middle-grade, así que vamos avanzando.
En las novelas juveniles enfocadas a públicos más mayores y en las que ya no lo son, el género del personaje principal ya no es tan determinante en el tipo de historia que se cuente, pero, ¡qué bien estaría ver a más protagonistas femeninas librar batallas en lugar de ser las damiselas en apuros de los guerreros!
La representación de los personajes femeninos en la literatura

Vamos a empezar bien y partir de los personajes femeninos bien hechos. Esos personajes femeninos que, según George R. R. Martin: «son personas». Y es que esa es la base de un buen personaje femenino. Un escritor que pretenda escribir «a una mujer» o «a un hombre» lo hará de una forma plagada de estereotipos inevitablemente, cuando la realidad es que todos somos personas. Lo fundamental es que los personajes sean personas y actúen como tal. Está claro que las vivencias de cada uno cambiarán según su género, su color de piel o su clase social, pero eso es parte de la vida, no una condición para ser un cliché con patas. ¡Y no hay nada de malo en usar algún que otro cliché si se hace con cabeza! Ya lo hemos visto con los tropos para escribir historias románticas, y creo que lo fundamental es que esos lugares comunes no sean perjudiciales para los personajes ni los lectores.
Para hablar de personajes femeninos bien escritos se me viene a la mente Lynne, de Sueños de piedra, que es la protagonista femenina y vive marcada por sus experiencias, sí, pero no estereotipada por ellas. Helena Lennox, de La ciudad de las sombras, también comienza sus aventuras condicionada por el hecho de ser una chica, pero se deshace de estos condicionamientos pronto para convertirse en una protagonista aventurera con la que cualquier lector puede disfrutar. Y lo mismo ocurre con Axlin, de El bestiario de Axlin, de la que se espera que se case y tenga hijos en su enclave por ser una mujer, pero se lanza a la aventura como cualquier otro y no ve sus aventuras condicionadas por los pronombres que use.
Algo que estas tres protagonistas femeninas tienen en común, es que su evolución como personajes depende de ellas mismas, ellas son las que moldean su aventura y pueden tener aliados pero no depender de ellos. ¿Y qué puede ser aún mejor que esto? Que los personajes masculinos que las acompañan no están ahí para servir a su evolución o para ofrecerles tramas en bandeja de plata. Están ahí viviendo sus propias historias y da la casualidad de que coinciden con las de ellas.
¿Ocurre esto mismo cuando los protagonistas son hombres?
Pues no siempre (y no solo ocurre en literatura, si no, échale un ojo a esa lista de reproducción).
En las novelas con protagonistas masculinos, suele pasar que la personalidad de los personajes femeninos es más bien plana o estos están ahí para ayudar a su desarrollo. En Eragon, por ejemplo, Arya es fuerte y poderosa pero su papel fundamental es el de ser el interés amoroso del protagonista. A ver, no está mal que los protagonistas tengan intereses amorosos, pero desperdiciar el potencial de un personaje para convertirle solo en el interés amoroso de otro... Es una pena.
¿Y qué hay del tropo de la mujer en la nevera? Matar al interés amoroso del protagonista para darle desarrollo es… horrible. Es utilizar a un personaje como un instrumento para que el protagonista masculino espabile y se inicie su trama de, normalmente, búsqueda de venganza.
También puede ocurrir que la única presencia femenina en una novela sea la de «madre de», «pareja de» o «hermana de». ¿Qué quieren esas mujeres en su vida? ¿Podría hacer ese mismo papel de apoyo al protagonista cualquier otra persona? ¿Tienen intereses más allá de ayudarle a conseguir sus objetivos?
Creo que se me entiende.
La importancia de tener protagonistas femeninas en la literatura
Partiendo de la base de que es fundamental que haya personajes femeninos bien construidos en ficción, hay que buscar algo más que personajes secundarios, ¡necesitamos mujeres protagonistas!
Para empezar, porque somos muchas, y no es muy realista que en una historia solo aparezca una mujer o dos y como personaje de fondo sin ningún tipo de importancia. No, al menos, sin una explicación válida dentro de la trama como una reducción de la población, que la acción se desarrolle en una cárcel, una raza en la que no hay mujeres y los hombres se reproducen por esporas…
Por otro lado, hay muchas lectoras y es importante tener referentes femeninos también. Para nosotras y para los demás. Por supuesto, hay muchos otros colectivos que necesitan referentes en ficción, como ya he dicho en otras entradas, y es precisamente a personas pertenecientes a esos colectivos a quienes hay que leer y apoyar. Cuanta más visibilidad se consiga para los colectivos oprimidos, para todos, mejor estaremos.
Creo que cuantas más protagonistas femeninas tengamos en los libros, más fácil será que niños y niñas se animen a leerlas, que los adolescentes no tengan prejuicios contra las historias protagonizadas por ellas, y que cuando esas novelas lleguen a los adultos no haya que justificar la existencia de una protagonista fuerte. Porque es una protagonista y se necesita fuerza para su historia, por ejemplo, y ya. O porque en el transfondo de su personaje tiene sentido que sea así. Punto. ¿Alguien se ha preguntado alguna vez por qué Conan está cuadrado? Porque algunos sí han cuestionado la fuerza de Katniss, por ejemplo.
Los nuevos tiempos y las protagonistas femeninas
Los cuentos tradicionales no siempre han presentado a sus protagonistas femeninas como protagonistas reales. Ya hablé de eso en una entrada anterior, así que no me extenderé, porque lo que vengo es a buscar el rayo de esperanza.
Y es que me encantan las versiones nuevas de cuentos o retellings, para que las niñas lean modelos de personajes femeninos que no son débiles ni dependen de nadie. Presentan personajes femeninos fuertes en la literatura juvenil que, aunque se pueden enamorar, no dejan que eso las defina, pues son mucho más. También me gustan las novelas o los relatos donde cada uno marca su propio destino y coge la vida con las dos manos.
La literatura puede hacer muchísimo por cambiar este tipo de cosas. Ya está bien de ver cómo la princesa espera a ser rescatada y empezar a leer cómo busca la manera de salir de la torre.
La existencia del Día internacional de la mujer es necesario para visibilizar, una vez más, lo necesario que es cambiar las cosas. Pero no podemos hacer todo un día del año. Debemos trabajar día a día, y leyendo y escribiendo historias que cambien el mundo.