Tener sueños es algo que creo que va de la mano con ser un escritor novel. Sobre todo porque cuando escribes sin ninguna aspiración más allá de desahogarte o entretenerte, no te llamas a ti misma escritora novel.
Pero, ¿qué pasa cuando te das ese nombre? Que aspiras a algo más. Aspiras a poder cambiar ese «escritor» por «autor» y a poder deshacerte algún día del «novel». Eso, junto con todos los otros castillos que se van construyendo en tu cabeza a cada día que pasa, son los sueños del escritor novel.
Los sueños del escritor novel
Cuando llega ese momento en que te consideras a ti mismo un escritor y te das cuenta de que para el resto del mundo eres un escritor novel, hay varias cosas que puedes hacer. La más común, en mi opinión, es seguir escribiendo, seguir avanzando por el camino del escritor novel, y confiar en que acabarás publicando algo de lo que escribas. Ahí empiezan tus sueños, cuando ves que lo que escribes va tomando forma y se parece mínimamente a algo que ya existe. No en cuanto a la trama, claro, no hay que plagiar a otros, pero sí en cuanto a forma. «Esto tiene pinta de novela», vamos.
Durante la primera etapa en la que eres escritor novel pero solo lo sabes tú (o quizá lo sepan en casa también, pero poco más), los sueños son dulces. Te ves firmando un contrato editorial a la primera, que te permitirá vender tantos libros como J. K. Rowling y te comprarán los derechos para hacer una película.

La recompensa está ahí, al alcance de tus dedos, y a lo mejor es el motivo por el que hayas empezado a escribir en un principio. La meta está tan clara en tu mente después de unos meses escribiendo que casi puedes tocarla con los dedos.
Pues ahí llega el drama
Si estás leyendo esto igual piensas: «pero María, tener sueños no es un drama. Es algo estupendo. Es el motor para seguir creando hasta que llegue tu oportunidad…». Y no te falta razón.
Pero el problema de estos sueños salidos del cuento de La lechera es que pueden romperse casi tan fácilmente como aparecen. O, peor aún, se quedan enquistados en el pecho cuando no logras cumplirlos y no te dejan tranquila. Es una faena cuando algo así pasa, porque te das cuenta de que habías construido castillos en el aire que no se parecen en absoluto a la vida real.
Y aquí te toca tomar una decisión: o dejarlo porque nadie entiende tu arte y resulta que ser rico con los libros es más difícil de lo que pensabas, o seguir escribiendo porque es algo que realmente te apasiona y no vas a desanimarte por no haber dado la campanada con tu primera novela (algo muy común: no todos podemos ser autores de éxito con nuestra primera novela).
La incertidumbre que acompaña al escritor novel
La incertidumbre acompaña a un escritor novel desde el momento en que pone punto y final a su novela y quiere publicarla. Su pequeña, que lleva meses o tal vez años con él o ella, ha sido terminada y llega el momento de dejarla volar. En ese momento te toca buscar editoriales que se ajusten al género de tu novela, corregirla y buscar lectores beta que te digan lo que tú no ves, buscar concursos literarios…
La primera vez que sientes incertidumbre es cuando tus lectores beta tienen tu novela y tú estás esperando a que te digan qué opinan: qué les gusta, qué les horroriza, qué cambiarían, qué funciona y qué no… En el tiempo que tarden en leerlo vas bailando entre la emoción porque alguien lee algo tuyo, la vergüenza y la incertidumbre por qué dirán.
Pero la espera siempre vale la pena porque todo lo que te digan será útil y eso es genial.
Puede que, una vez esté todo corregido y revisado, decidas mandar tu manuscrito a un concurso literario o a una editorial. ¡Y toca volver a comerse las uñas!
El tiempo de espera para que una editorial te responda (si lo hace) es de unos seis meses más o menos, así que desde que preparas tu propuesta editorial (o carta de presentación, o sinopsis, o lo que pidan) y lo envías hasta que pasan esos seis meses… No sé otros, pero yo siento que el tiempo me va a consumir.

Cuando los sueños se mezclan con la incertidumbre
Cuando envías tu novela a una editorial es porque tienes esperanzas, porque confías en tu historia y porque quieres verla formar parte del mundo. Pero, ¿y si no te responden nunca? ¿Y si te responden con un no? Pues te toca volver a mandarlo a otras editoriales. Y volver a esperar.
En ese punto del proceso, tus sueños de que otros lean tu novela, vivir de la escritura o ganar un Nobel (eh, por soñar a lo grande que no quede) se mezclan con la incertidumbre de no saber qué va a pasar con la novela que has enviado. Cuando tu novela está en manos de una editorial, confías en que vayan a leerla, aunque sea el principio, y puedan decirte si les interesa o si no.
En ese punto de inicio, un «no» te da información. Un «no» con una razón te da información. Y ya si te hacen una pequeña valoración, das palmas incluso con la negativa. Pero, ¿qué pasa? Que esto no siempre es así.
Las editoriales reciben muchos manuscritos diariamente (o en el momento en que tienen la recepción abierta) y muchas veces la única respuesta que te dan es el silencio. Y, claro, puedes intentar entenderlo porque tienen mucho trabajo al fin y al cabo… Pero, ¿cómo puedes estar segura realmente de que se han leído tu manuscrito si ni siquiera te responden con un «no»?
Entonces empiezan las preguntas: ¿se habrá quedado olvidado en la bandeja de entrada? ¿Se lo está leyendo alguien ahora mismo? ¿Me responderán, sea para bien o para mal? ¿Me estoy precipitando y debería esperar más tiempo antes de tirar la toalla?
El camino es largo, pero vale la pena

Puede que esta entrada suene algo pesimista, pero en realidad solo estoy mostrando la parte menos romántica de la escritura. Yo leí sobre esto, antes de vivirlo en mis propias carnes, gracias a escritores como Ana González Duque, Javier Miró o Pablo Ferradas. Y te lo digo a ti, escritor novel que estás leyendo esto, no pasa desanimarte, si no para decirte que lo qu
e estás viviendo si estás esperando la respuesta de una editorial no es algo raro. Que si no te responden, no es culpa tuya. Que si hay días que tienes ganas de tirar la toalla, es normal.
Está claro que la mejor parte de ser escritor es escribir. Pero cuando la incertidumbre termina y empiezas a ver tus sueños cumplirse, todo el camino vale la pena. Y se te ocurren más ideas, y has aprendido por el camino, y tienes ganas de volver a empezar. Fíjate si vale la pena que estoy terminando un manuscrito nuevo y deseando empezar este proceso de nuevo. Porque sí, hay días que es doloroso. Pero de todo se aprende… Y me publiquen o no, cada experiencia me hará mejorar como escritora.
¿Alguna vez has sentido la incertidumbre que menciono en la entrada? Si necesitas hablar o crees que quizá puedo ayudarte en algo, no dudes en dejarme un comentario. ¡Lo haré lo mejor posible!