Mi proceso de creación: La Ciudad Escondida

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El proceso de creación de algo es eso que pasa entre que se te ocurre la primera idea hasta que tienes el producto final. Suele ser largo. Nadie dice que sea fácil. Pero suele ser algo que haces porque quieres o porque algo dentro de ti te lo pide (es lo bueno que veo en la creatividad: lo libre que te hace).

En la entrada de esta semana quiero hablar del proceso de creación que he llevado para crear La Ciudad Escondida. ¿Y por qué? Porque la preventa empieza este sábado y me parece un buen momento para hacerlo. ¡Vamos a ello»

El inicio del proceso de creación

Algo que hace que La Ciudad Escondida sea especial para mí es que no fui consciente de lo que estaba haciendo cuando empezó este proceso. Ahora las cosas son muy diferentes: se me ocurre una idea, la apunto, y cuando me pongo a trabajar con ella sé lo que quiero y por qué lo escribo. La magia está en la anticipación.

Para La Ciudad Escondida, la magia estuvo en la inocencia.

Hace mucho tiempo, en esta misma galaxia…

Lo he dicho por todos lados, porque es algo que me hace muy feliz: empecé a escribir gracias a un profesor. Esa misma tarde al volver del colegio, con el consejo de mi profesor en la cabeza, encendí el ordenador, abrí Word, y me puse a escribir.

No recuerdo qué escribí, no tengo ni idea de dónde estarán aquellas primeras palabras, pero sí recuerdo el nombre que tuvo el primer personaje que creé: Neesha.

Neesha-La-Ciudad-Escondida

No fue la misma Neesha que podemos leer en La Ciudad Escondida ahora, ni tenía el mismo aspecto ni la misma historia. Era otra chica, con algunos puntos en común con el personaje que veremos en la novela, pero que comparte una cosa por encima de las demás: el nombre.

 

Las historias cambian, igual que nosotros

Recuerdo vagamente esa primera idea que escribí, recuerdo que había una Neesha y la base de su historia. Pero, ¡qué diferente era de lo que ha acabado siendo!

Y es que hay algo que tenemos que tener muy presente en nuestro proceso de creación: es muy probable que la forma en que empieza algo sea muy diferente de la manera en que termina.

Cuando empecé a escribir esa versión, hace más de diez años, la forma en que veía el mundo, las historias y mi entorno, era muy diferente a la percepción que tengo ahora. La forma en que plasmé esa historia (y las formas, que nadie nace sabiendo escribir medianamente bien) podría haber estado bien para pasarle la historia a algún compañero de clase y comentarla si le interesaba lo suficiente como para leerla. Pero nada más: aún estaba empezando.

Años después escribí otra versión. No llegué a avanzar tanto en esa historia como en la primera, aunque había otro personaje que se mantenía en ella y que yo había incluido desde el principio prácticamente, como a Neesha.

Ehro La ciudad escondida

Su papel en la historia era similar al que tiene ahora, aunque era muy diferente, física y psicológicamente. Había avanzado un poco, pero no tanto como para llegar a ser el Ehro que es ahora.

Y entonces llega la versión final

La historia quedó relegada a un segundo plano en una vida llena de estudios y los dramas personales propios de una adolescente.

Estaba tan obsesionada con los estudios que no me permití a mí misma disfrutar de la alegría que me supone hoy en día el sentarme a escribir. De hecho, escribí el inicio de la tercera y última versión en un verano antes de la universidad… Y no terminé la historia hasta que acabé la carrera. ¡Y anda que no tuve que revisar esas primeras páginas entonces!

Es increíble lo que cambiamos en unos pocos años.

En el año 2017 retomé aquella tercera versión, me puse a escribir, sabiendo que no tenía por qué estudiar más si no quería… Y terminé de escribir la novela.

Y… Bueno, ya no he parado.

 

Es importante aprender de nuestros errores durante el proceso de creación

Sé que quedaría muy bien si dijera que escribí tres versiones de la novela antes de la versión final porque quería aprender, porque había visto que no era lo suficientemente buena… Pero, ¿qué sentido tendría mentir en mi propio blog?

Escribí tres versiones porque perdí las anteriores.

proceso de creacion las copias de seguridad
Sí. Las malditas copias de seguridad.

 

Pero pongámonos en contexto, Cuando escribí la primera versión, era demasiado pequeña para entender que si no haces una copia de seguridad de las muchas páginas que has escrito ya de tu primera novela, las puedes perder. Existe la posibilidad de que un día se borren, alguien las borre sin querer o el ordenador deje de funcionar.

No recuerdo si me dolió mucho perderlo, al fin y al cabo ya lo he dicho antes: no sabía muy bien qué era lo que estaba empezando ahí. Escribía porque me gustaba y si perdía algo, a escribir otra cosa.

Pero perder la segunda versión sí que fue culpa mía.

Ya había perdido una, estaba tomándomelo más en serio, se lo había enseñado a unos amigos… Y no se me ocurrió hacer una copia de seguridad de la novela. Así que puedes imaginarte la rabia que me dio cuando el portátil dejó de encenderse un día y no hubo forma humana de recuperar esas páginas.

Si eres un poco sentimental, puede ser algo triste

Y yo lo soy. No es que me dé pena haber perdido esas primeras versiones por si podía sacar algo de valor de ellas (que igual sí). Me pone triste porque no hay forma de volver a leer lo primero que escribí.

Ni la primera vez que encaminé la historia a lo que es hoy.

Además, siendo práctica, la segunda vez que perdí la historia (porque el ordenador no volvió a encenderse) ya me gustaba escribir y tenía algunas otras novelas empezadas.

Pero bueno, de todo se aprende: quizá vuelva a pasarme alguna vez, pero no porque yo no me esfuerce por evitarlo.

 

La clave del proceso de creación: el por qué

Eso es algo que no tuve en cuenta al empezar a escribir las versiones anteriores, pero que sí me planteé cuando retomé la historia de Neesha en esta última vez.

Cuando empecé a escribir la tercera versión, ya era una ávida lectora de fantasía. Ni había ni he leído todo, por supuesto, pero sabía cómo eran algunos de los mundos que más me gustaban, qué era lo que menos me había gustado, y qué haría si pudiera crear mi propio mundo de fantasía.

Por eso me decidí a intentar crear una historia de fantasía que no fuera exáctamente igual a otras que había leído. No quería  el mismo tipo de protagonista, de mundo, de trama o de malos. Quería escribir algo que nunca hubiera leído. ¡O al menos intentarlo! 

Mirar para dentro

A la hora de crear a los personajes y las situaciones que viven, también pensé en lo que había leído y no quería repetir y lo que no había encontrado y quería reflejar. Como ya he dicho otras veces, creo que la lectura puede suponer un cambio importante en la vida y la mentalidad de los lectores y quería que quien me leyera tuviera una influencia positiva.

Estoy lejos de ser experta en muchas cosas, y por eso no hablo de ellas. Pero hay otras que sí forman o han formado parte de mi vida y me dije: ¿por qué no reflejarlas? Tal vez alguien pueda sentirse identificado. Tal vez pueda ayudar a alguien con ello.

Así que decidí mirar para dentro en ese proceso de creación, recordé las cosas que habría querido leer y no había encontrado… y me puse manos a la obra.

Ojalá haya sabido reflejarlo todo bien.

 

Lo más difícil del proceso de creación: saber cuándo parar

Corregí la novela varias veces antes de mandarla a editoriales. Le di vueltas, la releí, me planteé dividirla en dos… ¡Estaba releyéndola para cambiar cosas cuando Insomnia ediciones me contactó!

Cuando me dijeron que querían publicarme, no terminé de creérmelo. Tuve momentos de euforia y otros de incredulidad: ¿de verdad era lo suficientemente buena?

Luego empezó el proceso de relectura, la corrección… Y tuve la oportunidad de cambiar algunas cosas. Es cierto que había cambios que era necesario hacer. Bien porque he cambiado en este tiempo, bien por mantener la coherencia una vez empezada a escribir la segunda parte. El caso es que añadimos cambios.

Y ahora al final han llegado las galeradas… ¿Y qué me pasa? Que leo y releo y pienso qué cosas podría decir de otra forma, qué palabras podría cambiar, qué…

proceso de creacion saber parar
Para, que te vuelves loca con los cambios.

 

¡Pero hay que saber parar! Es muy difícil hacer las cosas de forma perfecta y aún más ver algo que hemos hecho y pensar que es perfecto. 

Ahora llega el miedo a que otros lo lean y vean cambios posibles que yo no he hecho, pero, ¿sabes qué? También hay que saber cuándo parar. Y si no dejo que la historia se quede de alguna manera, nadie podrá leerla nunca.

 

¡Y eso es todo!

Cada proceso de creación es un mundo, y no descarto escribir algún día una entrada más genérica en la que los conceptos estén más claros. Esta vez quería hacerle un pequeño homenaje a La Ciudad Escondida. Quería celebrar todos estos años en el proceso de creación, porque al fin llega el punto final: que vea la luz.

LA CIUDAD ESCONDIDA PORTADA
Por cierto, ¿has visto qué portada tan bonita va a tener?

 

¿Qué partes son las más importantes en tu proceso de creación? ¿Te pasa alguna de las cosas que he mencionado? ¡Déjamelo en los comentarios!

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Un comentario en «Mi proceso de creación: La Ciudad Escondida»

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