La playa. Ese sitio idílico cuando lo ves en las series y no tanto cuando el bañador se te llena de arena. Y sin embargo ahora, a principios de agosto, estamos todos deseando poder pisarla para quitarnos el olor a piso cerrado de encima.
Para mí la playa es, entre otras cosas, el lugar perfecto para leer y dar un acelerón en mi lista de libros pendientes. Y, pensándolo bien, también puede ser un sitio estupendo para que los no-lectores le den una oportunidad a la lectura.
¿Por qué leer en la playa?
Cuando uno aparca su sombrilla en la playa, puede que lo último que se le ocurra es sacar un libro y ponerse a leer. Pero si estás leyendo este artículo, seguramente serás de los que ven (igual que yo) una oportunidad para la lectura entre las arenas de tu playa favorita.
Un buen motivo para leer en la playa es que, sencillamente, tienes más tiempo. Una vez que estás ahí, esperando a que se absorba la crema o secándote después del chapuzón, tienes una buena excusa para leer un rato. La brisa marina refrescándote, el sonido de las olas de fondo, tu cuerpo sin la sensación de estar hirviendo por dentro al fin… Es un momento perfecto. Y una vez que te pones a leer, sin interrupciones y con la tranquilidad que dan las vacaciones, es muy fácil leer más de lo que sueles hacerlo. Es fácil perderte entre las páginas y no parar hasta que tienes tanto calor que tienes que ir al mar.
Si ya eras lector, leer en la playa es como encontrar el rincón perfecto en una biblioteca. Solo que al aire libre y pudiendo ir a bañarte cuando te apetezca.
Para los que no lo son, esta estampa idílica les puede parecer una chorrada que no les engaña para convertirse en lectores. Puede que vean incluso más inconvenientes que ventajas de leer en la playa.
Especialmente teniendo en cuenta…
Los enemigos naturales para leer en la playa
La arena
La arena de la playa parece tener la mágica propiedad de pegarse a toda superficie que la roce aunque sea un poquito, y si esa superficie es un libro… ¡También! Y si hace mucho viento nos toca sacar granitos de arena de entre las hojas porque se han colado mientras leíamos. O, si el libro es electrónico, corremos el riesgo de que se queden atascados en los bordes de la pantalla (con su consiguiente mini-infarto si no conseguimos sacarlos).

El agua
El agua siempre es un drama para un libro, sea salada o dulce, pero si te llevas el libro a un sitio donde una buena parte de tu entorno es acuático… Hay que tener cuidado. Sobre todo por esas gotitas traicioneras, de otros al pasar a tu lado o de tu propio pelo, que pueden dejar rastro en las páginas.
(Algo bueno que nos ha dejado este 2020 apocalíptico, eso sí, es la separación obligatoria entre parcelas en la playa. Más espacio para respirar y que corra el aire y menos probabilidades de que tu vecino empapado arruine tu libro).
La gente
Como ya supondrás, la gente me supone un drama en muchas ocasiones cuando quieres leer. Cuando estás en la playa hay mucha variedad: están los que hablan alto o gritan, los que juegan a la pelota, a las palas, al volley… O los que creen que toda la playa quiere escuchar su música. Y tú, enfrascado en la lectura pero con el sentido del oído intacto, eres un blanco fácil y distraído.
El sol
Aunque nos viene bien la luz para leer y no dejarnos los ojos, si el sol brilla mucho hace que sea incómodo leer las páginas, tan claras y brillantes, sin refugiarse bajo la sombrilla. Si tienes un ebook esto no te pasa, aunque el reflejo del sol sobre la pantalla es molesto también.
Las distracciones
Aunque antes he dicho que leer en la playa puede ser un oasis de tranquilidad y felicidad analógica, no podemos olvidar que vivimos en el siglo XXI. Y si se te ha ocurrido bajarte el móvil, es muy fácil que acabes echando un ojo a tus redes sociales, escribiendo a tus amigos para contarles cómo te lo estás pasando, pasándote por algún vídeo de Youtube… Y el tiempo que pases con tu móvil será tiempo que no pases leyendo (aunque cada uno tiene sus prioridades al final).
Combatir a estos enemigos para leer más (y crear nuevos lectores)
Como he dicho antes, cada uno tiene sus prioridades y quizá prefieras emplear tu tiempo libre en la playa en estar vuelta y vuelta bajo el sol (con protección solar, por favor te lo pido). O en escuchar música o jugar a las palas.
O tal vez estés con tus amigos o tu familia y lo que quieres es pasar el rato hablando con ellos mientras estás allí.
Y todo eso está muy bien. Pero yo aquí he venido a darte opciones para aprovechar que estás en la playa para leer más. Así que en eso me voy a centrar.
Primeros pasos para leer en la playa para ti y para los no-lectores
Es importante empezar bien. Y si lo que quieres es animar a niños, adolescentes o adultos no lectores a leer en la playa, tienes que quitar de en medio las distracciones.
Sí, todos nos hemos sentido tentados a bajarnos el móvil a la playa pero, ¿es realmente necesario? ¿No podemos estar esas horas sin consultar Twitter o hablar por whatsapp? Si dejamos el móvil en la habitación del hotel o en el apartamento, a salvo de la arena y el agua salada, tenemos una distracción menos a la que enfrentarnos para leer en la playa.
Es cierto que los niños pueden encontrar distracciones de todo tipo en la playa y juegan con lo que sea, pero un adolescente sin móvil suele ser un adolescente aburrido. Y, ¿cómo se puede solucionar eso? Leyendo algo. ¡Lo que sea! Una revista, un cómic, un libro, un periódico… Quizá es un buen momento para darle una oportunidad a ese libro que hemos comprado pensando en sus gustos y su edad. Ese libro que puede animarle a leer en verano.
Y, al no tener nada más que hacer durante el tiempo que se esté en la playa, quizá lea lo suficiente como para engancharse.
(Y nos aseguramos de que el móvil no va a perderse o romperse en la playa, que también está bien).
Proteger nuestros libros (y a nosotros) de los enemigos
Hay cosas que no se pueden evitar. Que la arena se cuele en todos lados, que el agua gotee, que haga mucho sol o que la gente te distraiga. Esos factores están ahí y no podemos hacer nada para eliminarlos.
¿Cómo nos protegemos ante ellos entonces?
Del agua y demás factores externos
Algo que uso desde hace poco tiempo y que me encanta son los protectores de libros. Pedazos de tela elástica que se amoldan a los libros y evitan que la portada, el lomo y las tapas sufran daños por estar expuestos a tu bolsa de la playa y a la playa misma. También hay gente que forra los libros con papel de periódico o de regalo y al final te hacen la misma función. La diferencia es que la funda de tela es reutilizable así que eso que ayudas al medio ambiente. Y, además, mira qué bonita es la mía, que eso es un plus también.
Si en lugar de analógico como yo eres más digital, lo que tienes que proteger es tu libro electrónico. La mayoría de la gente que conozco les enfunda en un protector antes de sacarlos de casa pero, por si pensabas ir a lo loco con él. ¡Piensa en comprarte una funda para que no le pase nada!
Eso sí, aunque tengas tu libro, en papel o digital protegido con una funda, hay que seguir teniendo cuidado con el agua. E inculcar este cuidado a los pequeños lectores. Un libro demasiado cerca de la orilla, bajo una melena mojada o en una bolsa llena de bañadores mojados… Tiene los días contados.
Si quieres leer en la playa, protégete a ti también
O, mejor dicho, protege tus ojos. Ya hemos hablado del sol que hace en la playa y que suele reflejarse en las páginas claras de nuestros libros. Así que no es mala idea comprarse unas buenas gafas de sol que te permitan leer sin forzar la vista y sin que la luz te deslumbre más que argumento de la novela que estás leyendo.
Protegerse de los gritos de la gente que te rodea o de la música es más difícil pero ahí es cuando tienes que desarrollar el ancestral arte de pasar de todo. Intenta meterte en tu burbuja lectora personal e ignorar el ruido de ambiente lo máximo posible. O ponte música tú (usando cascos). Yo no soy capaz de leer escuchando música a la vez, pero si eres uno de los afortunados que sí… ¡Adelante!

¿Te animas a leer en la playa entonces?
Al final todo es cuestión de las ganas que tengas de hacer algo. Si no te apetece leer, da igual la cantidad de soluciones que te proponga a los posibles inconvenientes que te van a parecer pocas. Si estás deseando leer esos libros que tenías reservados para tus vacaciones, ya pueden estar montando un concierto a tu lado en plena lluvia con la arena mojada que vas a seguir leyendo.
Y, si te quedas sin nada que leer, siempre puedes pasarte por otras entradas del blog… O leer algo de una servidora.